Vitral
No bajes ángel,
quédate poseído por el cristal,
pronto serán tus alas
palmas para tejer
las manos cóncavas,
candentes, punzantes,
del Caronte amoroso
que me cruzaba el Estigia
—noche tras noche—
no hacia el juicio,
sí hacia el gozo.
Silvia Eugenia Castillero
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